Experiencias de Innovación Educativa
¿Las experiencias de Innovación educativa son como los fuegos artificiales?
A la mayoría de las personas les gustan los fuegos artificiales. Durante unos segundos la combinación de luz, color y sonido se convierten en un instante de asombro y fascinación para todos los presentes, incluso algunos de ellos se les escapa un ¡ohhhhh! de admiración.
Lo malo de los fuegos artificiales es su fugacidad, tienen una vida muy efímera. A los pocos minutos del espectáculo ya no queda nada, ni rastro de lo que fue un momento de esplendor.
En algunas ocasiones, las experiencias de innovación educativa son similares a los fuegos artificiales. Causa admiración la combinación de tecnologías emergentes, nuevos métodos y unos resultados asombrosos. Pero esa admiración suele durar el tiempo que transcurre mientras se hace la presentación, o en lo que se tarda en leer el artículo. Después, nada, nadie lo aplica y lo que puede ser peor: el autor/a de la experiencia de innovación educativa no continúa con ella.
Si vamos a un congreso sobre innovación educativa, o leemos una revista especializada vemos que hay un gran número de experiencias de innovación educativa que han resultado ser un éxito. Sorprende que con tanta variedad y calidad de experiencias existentes, éstas no “calen” en el proceso docente. Es como si dicho medio fuese impermeable a todas las buenas prácticas.
Las convocatorias de apoyo a las innovaciones educativas, los congresos, seminarios y revistas especializadas se preocupan más de mostrar las nuevas innovaciones que de aplicar las ya existentes en el proceso docente. En los congresos, seminarios y revistas no es grave, de hecho es su misión, pero sí lo es en las convocatorias de ayudas que emanan de organismos docentes. Los recursos (escasos, muy escasos) se dedican a potenciar la creación de nuevas experiencias de innovación educativa, pero no a identificar buenas prácticas, a estructurarlas para facilitar su transmisión y a potenciar su aplicación.
Si queremos que las experiencias de innovación educativa no tengan una vida tan efímera como los fuegos artificiales debemos preocuparnos de transferir la experiencia y conocimiento de las buenas prácticas al tejido docente. Solamente de esta forma conseguiremos, de forma progresiva, renovar las metodologías, mejorar la docencia y facilitar un aprendizaje realmente centrado en el alumno.
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